AJAHN BRAMH.NO HAY "YO", NO HAY "MIO"..


La inexistencia del Yo es un tema que se trata frecuentemente en charlas budistas, a veces es complicado de entender y se generan discusiones; en ocasiones tiene sentido, pero no nos sentimos capaces de ponerlo en práctica (o tal vez en el fondo no queremos desprendernos de esa parte “nuestra”).  Ajanh Brahmavanso nos lo presenta de una forma muy práctica y nos muestra lo importante que es aplicarlo a nuestra vida diaria.
Ajahn Brahm inicia la jornada de la noche preguntándonos:
¿Quién eres? ¿Por quién te tomas?  Si crees que eres tu cuerpo, en algún momento te vas a sentir viejo.
Continúa mostrándonos lo difícil que es saber en realidad quienes somos, y que somos muchas cosas.
¿A dónde pertenezco, si me siento como en casa en muchos lugares?
Dice que sería mejor no tener nacionalidad, en esta vida nacimos en un lugar determinado, pero eso no  nos debe influir en quien somos, no es necesario identificarse con alguna nacionalidad, ni con el género, la edad, la carrera, etc.
No soy MI cuerpo.  Pasa a hablarnos de la enfermedad, ya que muchas personas sienten que pierden un poco su valor al estar enfermas.
¿Qué tiene de malo la enfermedad? Todo el mundo ha estado enfermo en algún momento, es parte de estar viviendo.
Nos aconseja que aceptemos y abracemos nuestra enfermedad, la enfermedad no es mala, es parte de la vida, de la naturaleza.  De ahora en adelante es mejor decir:
“Doctor, algo está bien conmigo, estoy enfermo”.  No importa cuál sea la enfermedad, así sea cáncer.  Cuando se le quita la negatividad al cáncer sólo pasan dos cosas: usted se va a sentir mejor y va a tener más chance de curarse.  Si le dicen que tiene cáncer, ríase y diga: “No soy yo”.
Al desprenderse del cuerpo o al dejar de identificarse con este, nuestro sufrimiento se reduce. Para esto nos podemos remitir a la vida diaria, cuánto sufrimos por ese gordito (rollito, cauchito) que no logramos quitar (aunque a veces ni intentamos), las arrugas que nos salieron, las canas que no podemos ocultar, si tengo la nariz grande o pequeña, los granitos, la calvicie, el exceso de pelos, las uñas y la lista continúa.
No soy MIS Títulos, ni MI Carrera. Muchas personas parecen vivir del título: “soy un doctor”.  Cuando nos presentan a alguien lo primero que se muestra son todas esas capas: “Te voy a presentar a Pepito, es Ingeniero, nació en New York.  Es joven y atractivo. Terminó en Harvard y tiene un apartamento justo al frente del Central Park”. Muy rara vez en estas presentaciones se habla de las cualidades que tiene esa persona (¡y los sufrimientos que eso nos ahorraría! ).
Todos los monjes usan los mismos hábitos, así no se puede distinguir si alguno es más novato que otro o si éste tiene más experiencia.  No hay estrellas o ningún otro tipo de distinciones.
No soy MIS Gustos: A veces creemos que somos nuestros gustos o que estos son una parte muy arraigada a nosotros.  Así soy yo, eso me gusta, eso no me gusta.  Cuando en realidad la mayoría de nuestros gustos han sido condicionados, vienen de la forma como crecimos o de cosas que hemos aprendido o adquirido durante nuestra vida. Los gustos son temporales, algo que nos encanta hoy, puede que ya no nos guste en un año. Algo que nos fascinaba en la niñez, en este momento nos repugna o al contrario, algo que odiábamos (como las verduras o los camarones) ahora nos encanta.
No soy MI Voluntad, ni MI Conocimiento, ni siquiera MI conciencia: “Yo soy el que decido lo que hago”, “yo soy el que sé lo que hago”. En cada ocasión nos debemos preguntar: ¿En realidad soy el que lo hago? ¿O es algo condicionado?  La única forma de saber qué es la voluntad es ir a un lugar donde no hay voluntad. Ajahn Brahm nos dice que tampoco somos voluntad o conciencia, que somos como un bus sin conductor, al no tener el control, es más fácil desprenderse del sufrimiento o decidir ser feliz.
Ajahn Brahm continúa hablando de lo importante que es desprenderse del “YO”. Cuando no hay yo, no hay historia.  Es como ser un actor, puede representar muchos papeles y ninguno de esos es USTED. Lo que resulta bastante conveniente en ocasiones, especialmente si hizo algo malo en el pasado: “Esa no soy yo, es la persona que yo era en ese momento”.   Pero generalmente hacemos lo contrario, nos castigamos por las cosas que hicimos en el pasado, nosotros mismos creamos nuestro propio infierno y nos quedamos allí por mucho tiempo, a veces hasta que morimos.
No hay castigo, sino aprendizaje para no volverlo a hacer y PERDÓN.
Debemos encontrar estrategias para no hacer algo malo.  Nos dice que el castigo lleva a la gente a hacer lo mismo, pero a hacerlo de una forma más hábil para que no los sorprendan.
Actos positivos: Recordar más las cosas buenas que hemos hecho que las cosas malas, eso nos da más inspiración y más energía.
Existen cantidades ilimitadas de dinero-karma, pero olvidamos la clave.  Cuando necesite energía sólo debe acceder a ese lugar con su clave.
Y para que nos sintamos mejor nos dice que sólo debemos cumplir dos preceptos en nuestra vida:
  1. No hacer nada que dañe a los otros
  2. No hacer nada que nos dañe a nosotros mismos.
Como nada es mío, nada soy YO, no hay nada de lo que deba sentirme orgulloso y no hay nada de lo que no me pueda desprender.
Al final, en la parte de Preguntas y Respuestas, una mujer thai preguntó: “¿Entonces qué nos podemos aferrar?”
A la sabiduría, la virtud y la paz.
Luego cerró la sesión contando una historia de cinco niños a los que les otorgaron un deseo a cada uno y el que pidiera el mejor deseo ganaría.  El primero pidió una hamburguesa con papas fritas.  El segundo, después de pensarlo mucho, pidió todo el restaurante.  El tercero pidió un billón de dólares.  El cuarto, siendo un poco más creativo y teniendo más tiempo para pensar, pidió tres deseos, de los cuales el tercero sería tres deseos y así tendría siempre una infinidad de deseos. Finalmente cuando le preguntaron al quinto niño cuál era su deseo, respondió: “Satisfacción con lo que tengo”.  Así es la Iluminación, concluyó Ajahn Brahm.